La palabra "picó" es la adaptación colombiana de la palabra inglesa "pickup" que significa recoger o levantar. El picó es un dispositivo mecánico que "recoge" la energía vibracional del movimiento de la aguja sobre el acetato (vinilo) y la convierte en energía sonora para poner a gozar a la gente por medio de un tremendo sistema de altavoces.
Desde finales de los 50's, la gente de la costa atlántica colombiana desarrolló una alternativa para disfrutar y difundir su música preferida; construyeron artesanalmente potentes sistemas de sonido que se caracterizan por tener un nombre propio según su origen o preferencia musical, un aspecto visual extraordinario y, por supuesto, tremendos componentes de sonido.
Los picós fueron ganando protagonismo y se creó alrededor de estas máquinas una cultura urbana y popular.
No hay un acuerdo acerca del sitio de origen de los primeros picós. Algunas investigaciones apuntan a que fueron construidos en Cartagena, otros aseguran que nacieron en Barranquilla, y cada investigación está respaldada con nombres, cifras y datos.
Sabemos que por los años 50's, los picós de Cartagena y Barranquilla servían como medio de difusión de música costeña, cumbia, porro, merecumbé y música cubana, sobre todo mambo y rumba, que estaba de moda en todo el Caribe.
Entre 1960 y 1970, la salsa llegó a ocupar gran parte de la atención de los programadores y públicos de los picós.
En la década de los 60, el comercio de discos de acetato se incrementó gracias a marineros y comerciantes que llevaban a los puertos de Cartagena y Barranquilla música afroantillana para vender a los picoteros y coleccionistas. Estos discos sonaban en las fiestas y eran los causantes de la popularidad de determinados picós. De este comercio se desprendió la práctica de arrancarles los sellos a los discos y desechar las carátulas para que la competencia no supiera el nombre del disco, que se volvería un éxito exclusivo.